domingo, 24 de febrero de 2008

Pinilla y Rosa: La Revancha.

I
Era la hora acordada, Pinilla había llegado a la casa de Rosita, sin sobresaltos. En unos segundos tocaría el timbre y daría inicio a su primera cita con la mujer que lo enamoraba. Pinilla no había tenido una cita en más de 20 años. La verdad es que sólo tuvo citas con Juana Altagracía, su amada y difunta, hace dos años, esposa. De todas maneras, como es característico de él, no se iba a dejar amedrentar por los contratiempos y la falta de práctica. Había preparado una cita muy especial para ella: cine, comida y un poema muy especial que le había escrito a su nuevo amor, Rosa. Pinilla timbró, la mujer salió muy arreglada y sonriente, y partieron hacia el Centro Comercial.

Los Amantes del Naranjo Perdido, fue la película elegida por el buen portero. Amantes igual Romance igual Besito de Rosita, fue la deducción mental a la que llegó nuestro buen amigo. Cómo le frunciría el ceño la fortuna, cuando ya en la sala y quince minutos después de iniciada, se dio cuenta que de romántica no tenía nada. Había pagado por ver un documental de dos horas y media sobre la lucha de los cultivadores de naranjas en la gélida Eslovaquia. Para aumentar su desgracia, la película era subtitulada y Rosita había olvidado sus gafas. El buen Pinilla le recito cada línea de diálogo, mientras la hermosa secretaria cabeceaba ante las imágenes proyectadas de burros, campesinos y naranjas que se rehusaban a crecer.

Dos horas y media después, la secretaria se había quedado dormida con la mano dentro de las crispetas, nuestro amigo el portero murmuraba los títulos finales ya por inercia, y la película finalizaba para las cuatro o cinco personas que permanecían en la sala. Pinilla despertó a Rosita, quien intentó mostrarse amable e interesada por la película. Al levantarse, él se dio cuenta, horrorizado, que un chicle que estaba en la silla del teatro se había pegado al bolsillo de su pantalón. Intentando que Rosita no lo notara, se excusó con ella y se fue presuroso al baño.

II. ( Escrito en presente, con fines comparativos)
Ahí, Pinilla intenta sacar el chicle remojando el pantalón. Luego intenta lo opuesto, calentarlo con el secador de manos. La goma se rehusa a abandonarlo, el portero se molesta cada vez más. Con toda su fuerza frota su bolsillo intentado quitar el pegote, mientras lo moja y lo calienta. De pronto, una candela que guardaba en su bolsillo se estalla. Su billetera y bolsillo estan en llamas. Asustado, el buen portero toma su billetera y la tira al piso, mientras la pisa para apagarla. "La plata", recuerda. Intenta sacar los billetes para que no se quemen, pero ya es muy tarde. Pinilla finalmente detiene el pequeño incendio, pero la plata para la comida se perdió. El chicle se achicharró por las llamas y se pegó aun más al pantalón. Los detectores de humo se activan y los aspersores responden, rociando todo el baño y en especial a nuestro amigo, Pinilla.

El frustrado portero, pasa y moja el piso que una aseadora del teatro acababa de trapear, se gana unos insultos en el proceso. La aseadora lo sigue, dándole golpes en el trasero con su trapeador, el hombre lucha entre parar los ataques de ella y no caerse por el piso mojado. Finalmente, se cae, da una vuelta y va a parar justo a los pies de Rosa. Ella lo mira como preguntándole que pasó. Se muerde el labio, mientras mira a los curiosos que observaban la escena. No se los voy a negar, en ese momento, nuestra musa secretaria, estaba algo avergonzada, de ver a su cachorrito mojado ahí tirado.

El buen portero recuerda el poema. Como lo había guardado en el bolsillo de su saco, este se salvó de las llamas. Ante la mirada de Rosa que pide explicaciones, el hombre piensa que sus versos de amor serán la solución. Se postra en una rodilla y empieza a recitar a todo pulmón.

" Rosita eres bonita como las flores,
Te gusta la ropa de colores,
Eres la Rosa de mis amores,
Gracias por el café".

Rosita, se pone roja. Los chismosos se burlan del pintoresco portero. Pinilla se siente apenado. Cuando todo parece ir mal, Rosa ayuda a levantar al buen portero. Lo acerca hacia ella, le seca la cara con la manga de su saco y le susurra algo al oído. Después cubre el rostro de ambos con su bolso, para refugiarse de la mirada de los curiosos, y le da un pico a Pinilla.

Y esa es la historia de la primera cita de un portero, amigo mío, Pinilla. Quien soñó una cita perfecta, sólo para ser burlado por el azar, pero que al final consiguió un beso de la mujer más hermosa del mundo. Bien está, lo que bien acaba y este cuento se acabó.






sábado, 16 de febrero de 2008

Argumental: !Vamos Pinilla!

Esta es la historia de Juan Pedro Pinilla Zape, o simplemente Pinilla para sus conocidos. Nuestro personaje es un hombre común, trabaja en un edificio de oficinas como portero, sale por las tardes a tomarse unas cervezas con sus amigotes y le causa ilusión su primera cita con Rosita, o Maria Rosa Pérez Pérez, una espectacular secretaria de una de las oficinas de donde él trabaja.


Son las 5:30 de la tarde, en media hora Pinilla va a recoger a Rosita para su primera salida, juntos. El simpático portero ha ensamblado el atuendo perfecto, un amigo le prestó una camisa elegante, su padre le prestó el saco con el que se casó y la corbata es la que usa en el trabajo. También le ha comprado a la mujer que lo desvela un osito de peluche y una caja de bombones; espera llegar a conquistarla.


Pinilla sale de su casa y se dirige al paradero de buses. En su camino se encuentra con un mendigo, sucio, mojado y desarrapado que le insiste por una moneda. Pinilla intenta evitarlo y corre por toda la cuadra evadiéndolo mientras el mendigo lo persigue. Al fin consigue burlarlo, pero mientras celebra, un carro pasa por un charco en la carretera y salpica toda la camisa blanca del buen portero.


Son las 5:45, Pinilla ha tenido que cambiarse de ropa. La camiseta que tiene ahora no es tan elegante como su atuendo anterior y ya no puede usar una corbata. Además ha tomado un paraguas porque esta decidido a que el clima no le vaya a jugar una mala pasada de nuevo.


Se sienta en el paradero, ahí conoce a otro hombre que también va a una primera cita. Este lleva un ramo de flores. Los dos esperan un rato el bus; empieza a llover. Ambos dejan las flores y el paraguas en la misma parte. Pinilla ve su bus y se dispone a pararse, presuroso. Sin darse cuenta, toma el ramo de flores y de un solo golpe estruja las flores hacia arriba como queriendo abrir un paraguas. Las margaritas vuelan por todo el paradero. El otro hombre se enfurece, toma el paraguas y persigue a Pinilla dándole golpes con el mismo, mientras los dos se empapan en la lluvia.


Pinilla se esconde un rato del otro hombre, luego sale y recupera su paraguas que ha quedado tirado en el suelo. Nuestro protagonista hace un último cambio de atuendo. Ya no puede usar el saco porque está empapado. De todas maneras, se arregla lo mejor que puede con un bluyín y una de sus mejores camisetas. Toma el osito, los bombones y el paraguas y parte de nuevo hacía el paradero.


Son las 6:15, Pinilla esta sentado en el bus que lo va a llevar donde Rosita ¡Bravo Pinilla! El hombre se siente nervioso y emocionado por ver a la mujer que inunda sus pensamientos. Nuestro amigo se sienta al lado de la puerta trasera, para bajarse lo más rápido posible, deja en la silla contigua los bombones y el oso. Todo transcurre sin alteraciones, el buen portero ya está cerca de su musa secretaria. El protagonista, cuenta cada cuadra, mientras repasa con sus ojos un trozo de papel en que anotó la dirección de Rosita, faltan dos. Pinilla decide pararse para que el conductor del bus no vaya a seguir de largo. De repente, cuando voltea a coger los chocolates y el peluche, se da cuenta que una mujer muy gorda se ha sentado encima de sus cosas y se ha dormido. Pinilla la ve angustiado, mira la calle, la mira a ella y así varias veces. En que momento pasó esto, se pregunta el hombre que hace un momento estaba perdido en sus ensueños con Rosita. Intenta sacar sus cosas por debajo de la mujer sin despertarla; falta una cuadra para la casa de Rosita. Los chocolates parecen caso perdido, entonces jala al osito por una pata para liberarlo de su opresión; el bus llega a la cuadra de Rosita. El pobre portero jala y jala, mientras la mujer permanece inamovible; están una cuadra después de donde Rosita. Pinilla no aguanta más y estira el brazo del oso todo lo que puede mientras se estira él para tocar el timbre del bus. El vehículo para de un frenazo. Pinilla sale volando por la puerta de atrás a la calle, con peluche en mano. El bus arranca antes de que el buen portero pueda bajar su paraguas del bus. Obviamente, para infortunio de Pinilla, estás lloviendo.


Nuestro protagonista camina bajo la lluvia hasta la casa de Rosita. El osito y él están empapados cuando llega a la puerta de su amor. Pinilla siente que su primera cita con Rosita se ha arruinado. El hombre timbra y ella se asoma. Para sorpresa de él, no está arreglada. Esta en bata y lleva un pañuelo en su mano. Igual se ve preciosísima, piensa nuestro protagonista. Rosita se ríe de nuestro amigo, le parece que se ve muy tierno, como un cachorrito mojado. Ella le explica que está con una gripa muy fuerte, por los cambios de clima de la ciudad. Además la mujer intentó llamarlo al celular para posponer la cita, pero él no contestó. Pinilla se da cuenta que entre cambio y cambio de ropa dejó su celular en la casa. Rosita lo toma del brazo y le pide que entre para que no se moje más. La mujer lo acerca hacia ella y le seca la cara con la manga de su bata. La bellísima y agripada secretaria lo invita a que siga, le presta toallas y lo invita a un café. La cita tendrá que ser otro día. Escampa.


FIN